Esto lo escuchaba mientras copiaba un cuadro, y siempre que copio un cuadro me viene un sentimiento doble de envidia (si es sana o no, eso es cuestión de salud), uno hacia el pintor al que copio, y otro hacia los músicos. Como la envidia generalizada o en abstracto mucho no va, yo termino personalizándola en mi hermano, que es músico, que es pianista. ¿Y que le envidio (aparte de la juventud, que eso se lo envidio a toditos todos los que son algo más chicos que yo)?
Los músicos, cuando quieren tocar por el solo placer de tocar, pero están con la inventiva baja, o la paciencia corta, o la confusión a pleno, pueden concurrir a las partituras clásicas y tienen un repertorio amplísimo donde encontrar un tema que les calce justo, y darle a las teclas, sin tener que componer siempre. El equivalente en la pintura es copiar un cuadro, donde tenemos un repertorio aun más amplio, que tenemos pintura desde la prehistoria, y el registro musical data apenas desde la edad media. Tomar el cuadro de otro, o más, su reproducción en libro, fascículo o lamina y ponerlo junto al bastidor equivale a poner una partitura sobre el atril. Y uno todo lo que tiene que hacer es ver lo que el pintor hizo y pintar. y pintar y pintar y pintar, y no pensar tanto, que eso ya lo hizo el autor de la obra.
El problema viene luego...un pianista puede mostrar, hacer escuchar, expresarse ante el publico tocando esas partituras. Y es consenso generalizado que las esta “interpretando”; es genuino que su carrera, su quehacer artístico, sea tocar lo que otro compuso. Nuestra Martita es un ejemplo cabal de ello.
El pintor no puede hacer una exposición mostrando “copias”. ¿Y por qué no? ¿Por qué la obra ya existe y en el caso de la música sino fuera por Arrau, Horowitz, Rubinstein, etc no sabríamos como es una sonata de Mozart? Tomemos alguien temporalmente más cercano: por ejemplo Stravinsky. Hay grabaciones de sus obras dirigidas por él y también, contemporáneas a su dirección o inclusive anteriores, estas mismas obras dirigidas por Montreaux o Ansermet. ¿Nadie puede tocar una obra de un compositor vivo, pongamos Liggetti, o Boulez, o más cercano a mí, mi hermano, porque sería copiarse?. En el caso de la música cualquiera de estas cosas nos parecen estupidas. No nos ofende sino hasta reclamamos de toda orquesta joven de tango que toque algo de Troilo, o Piazzolla, o un largo etc. Son convenciones. En el caso de la pintura, uno copia “solo” para estudiar...
En esa época, mientras pintaba el Van der Weyden pensaba esas cosas e imaginaba una muestra mía llamada así :¡quisiera ser Martita!, presentado esas obras como mías, como interpretaciones mías de obras de otros, donde yo estoy, porque cuando copio un cuadro encierro a la musa mecánica en otro cuarto, porque la imagen no me pertenece, pero las pinceladas con que están hechas sí, son mías, mías, mías...como decía Neurus, maestro!!!
En mi blog Maestros aparecen bajo la etiqueta “copias caseras” parte de lo hecho para esa posible muestra y en el post siguiente, la ultimísima, fresquita, que recien se acaba de secar.
5 comentarios:
Fernando, soy Eva Row de La cosa y la causa, me fasciné con tu post, pero es muy tarde y lo tengo que dejar para mañana. Mañana te escribo.
Querida Eva: te leo todas las noches a vos y a los compañeros de la bloguera, son adictivos. No soy de escribir mucho, por eso no dejo comentarios, pero así de injusto soy:espero ansioso el tuyo.
Un abraso, Fernando.
Mierda! abrazo con "s"!!!
Por eso no escribo!!!
Fernanado querido, abraso con ese es la cosa más bella que podés decir, abrasar con brasas, con fuego, eso es hermoso!!!
Bueno, otra vez son las 3 de la mañana y me caigo de sueño, pero no quería pasar otro dìa sin decirte que me impactó el post en que comparás la pintura con la música y la diferencia entre copiar un cuadro o tocar una partitura de autor. Ahí hay reflexiones muy profundas. Pero quiero decirte que en estas cosas está metido el mercantilismo, porque el cuadro se convirtió en un objeto de inversión, donde el certificado de autenticaión tiene sentido para asegurar el valor económico. Si viviéramos en una sociedad donde los cuadros no se vendieran, sino que fueran patrimonio de todos, y el Estado le pasara una renta jugosa a cada artista, entonces, el que se pusiera a copiar un cuadro no se vería del mismo modo. Es más, yo que estoy fuera de ese tipo de especulaciones, descubrí una vez una persona que hacía copias de cuadros famosos para tarjetas de fin de año, las hacía al óleo, muy buenas, y las vendía a 200 dólares, y su clientela eran los diputados y senadores. Te hacía un Van Gogh que no lo podías creer, y yo me volví loca viendo esos cuadritos hechos a mano.
Respecto de la música, acordate que en tiempos remotos, un autor copiaba a otro y era perfectamente aceptado. Le ponían "variaciones sobre un tema de..." y eso era natural. Ahora, lo interesante es que la pintura es una cosa viva y la música está muerta en la escritura. El cuadro no necesita un intermediario, la música necesita alguien que la haga salir de la partitura. El asunto es que la gente es muy poco racional, y a veces la partitura es tan hermosa que tapa la mala interpretación y no se dan cuenta que están aplaudiendo al autor y no al intérprete, pero la gente siempre aplaude al intérprete, no tiene presente que hay un autor detrás que es el verdadero artista de la música, y luego está el intérprete.
Te dejo otra cosa ingrata que ocurre. El director de una película pasa desapercibido, la gente sólo ve a los actores, y es muy triste ver como los actores se apropian de una pelicula en la consideración del espectador.
Hay casos especiales en los que el director es recordado, pero uno ve la cara de los actores. Si te preguntan quién es el director de Casablanca, tal vez ni te acuerdes el nombre, pero ¨no te vas a olvidar de Humphry Bogart. Lo mismo los que hacen el libreto, los que hacen el guión, la historia sobre la cual se hace la película, ese perdió para siempre, nadie lo nombra nunca.
Bueno, tengo mucho más para decirte, pero tengo que dejar, ya volveré Fernando, te lo prometo.
El mensaje anterior es de Eva Row, no sé por qué no salió mi nombre.
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